Publicado en 1911 y aparentemente inspirado en el viaje de regreso a casa de Ulises, «Ítaca» es una invitación al viaje, una metáfora de la vida. Como señala el traductor de esta edición, Vicente Fernández González: «El viaje de Ítaca no es el viaje del regreso, no es un viaje de vuelta; es un viaje de ida, el primer viaje, el viaje. [...] La lectura de Ítaca invita a la reflexión, a la consideración de que no se trata de cualquier viaje. ¿El viaje a la libertad? ¿A la utopía? ¿La Ítaca del deseo?». Es este uno de los poemas más bellos que se han escrito jamás. Refleja una profunda sabiduría, la sabiduría del poeta que, sin necesidad de abandonar su ciudad natal, ha sido capaz de realizar todos los viajes. Las ilustraciones de Federico Delicado han captado la esencia de esta travesía vital.