Algunos gestos clásicos, como el de leer cuentos a los más pequeños antes de irse a la cama, siguen siendo tan eficaces como hace siglos para enseñar a los niños, a través de moralejas y personajes mágicos, conceptos como la sinceridad, la bondad o la lealtad. A esta interesante fuente educativa e imaginativa que es la lectura, se une el calor humano que supone para padres e hijos ese momento de especial ternura y cercanía.