Los drones son, sencillamente, aviones teledirigidos. Su tamaño oscila entre el de un avión comercial y una maqueta de aeromodelismo, aunque se habla ya de nanodrones que tendrán el tamaño de una mosca. Lo ideal es que se utilicen para ayudar en catástrofes y otras misiones civiles. Los países que están en guerra los utilizan para atacar al enemigo. La ética de la guerra se basa en dos principios: diferenciar entre combatientes y civiles, y que haya un mínimo de consecuencias para la población civil en la persecución de los objetivos militares. El presente libro estudia el creciente empleo de drones en las guerras sucias de Estados Unidos (Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Somalia...), sobre todo por parte de la CIA, de organizaciones vinculadas con el Pentágono y de contratistas privados que reclutan mercenarios. Los drones de guerra son manipulados por individuos con varias pantallas ante sí; dicen: «ese tipo tiene pinta de terrorista islámico», y el analista de imagen lo confirma o lo niega, y según el caso se le mata o se le deja en paz. Guerra sucia significa aquí buscar desde el aire a cualquier posible indeseable y, en vez de capturarlo, para ver si es él, y juzgarlo, para verificar su culpabilidad, se le lanza un misil y se le hace trizas, a él y a cuantos estén a su alrededor. Barak Obama tiene su lista secreta de indeseables, la CIA tiene otra, los militares la suya, y así hasta que se acaben los presuntos terroristas islámicos y aparezcan otros que justifiquen la continuidad de la industria de guerra de Estados Unidos... Los drones del futuro serán autónomos, «identificarán» personal y lanzarán misiles por su cuenta. Y los drones no saben nada de ética. Y veremos qué ocurre cuando los «terroristas» consigan drones para sus fines o cuando Estados Unidos tropiece con otro Vietnam. «Una colección de documentos y una llamada a la acción para que los ciudadanos de todo el mundo se opongan a los drones» (Steven Rose, The Guardian). «Un libro que merece tomarse muy en serio» (Don Franzen).