Alcorta ha ido construyendo una obra sostenida por un firme pulso poético, que, tras las tentativas iniciales, adquiere auténtica singularidad a partir de Cuestiones personales (1997), el primer libro representado en esta antología, que abre un ciclo que culminará con Sutura (2007) y que comprende, entre otras, piezas como Compás de espera (2001), Trama (2003) y Corriente subterránea (2003). El siguiente libro, Sol de resurrección (2009), asume ya la nueva percepción del mundo que se entreveía, pero no alcanzaba a verterse resueltamente, en Sutura, y que sitúa al autor en una dimensión celebrativa de la existencia que amortigua notablemente el pesimismo dominante de las entregas anteriores, que sin embargo no ha desaparecido del todo. Si para Alcorta cada poema es «un fragmento de un autorretrato inacabado que contribuye a que nos conozcamos mejor», los que contiene esta antología, bien representativa de las modulaciones de su voz, no completan, en efecto, el retrato de su autor, como tampoco completan el nuestro, pero proponen, para él y para nosotros, el juicioso programa existencial que venimos glosando: aprender a mirar para aprender a ser.