El 13 de diciembre de 1474, en Segovia, Isabel, hija de Juan II y hermana del recién fallecido rey de Castilla y León, Enrique IV, fue proclamada reina de Castilla y de León. El 29 de mayo de 1475, en Plasencia, tras haber sido obedecida como legítima sucesora dos meses antes, Juana, nieta de Juan II, hija del rey Enrique IV y sobrina de Isabel, fue proclamada reina de Castilla y León. Entonces estalló abiertamente una guerra sucesoria que había sido largamente fraguada y ensayada.