Utilizada desde la Antigüedad, la Ruta de la Seda acabó uniendo ya en el siglo I de nuestra era las ciudades costeras del Oriente Próximo con el lejano y casi fabuloso Imperio chino. Thomas O. Höllmann aporta en este libro una concisa y atractiva panorámica sobre más de dos mil años de historia en torno a esta mítica vía comercial que discurre a través de desiertos, cordilleras y estepas punteados de estaciones que el viajero avistaba con alivio, así como por ciudades magníficas, como Damasco, Bagdad o Samarcanda. Valor y codicia, caravasares, navíos, mercancías preciosas y exóticas -desde la seda, que le acabó dando nombre, a especias, maderas, marfil, conchas de tortuga y cuerno de rinoceronte- son sólo algunos de los motores que acabaron por hacer leyenda la extensa red de caminos erizados de peligros e incomodidades que la conforman. Marcada hoy por el petróleo y el opio, la Ruta de la Seda ha enriquecido, no obstante, a lo largo de los siglos no sólo el bolsillo de los mercaderes, sino también el espíritu de los viajeros que recorrían sus caminos, así como las numerosas y distintas culturas que atraviesa.