En la tierra y sus gentes se encontraba el “ideal de belleza” de una sociedad que, paralelamente, asistía a su primer desarrollo industrial. Esta doble dimensión: la tradición heredada frente a los avances propios de la sociedad contemporánea, marcó el debate cultural español durante las primeras décadas del siglo XX. Urgía modernizar y regenerar España, tanto como permanecer fieles a aquello que se entendía como su auténtica esencia. El arte se hizo eco de esa dicotomía, participando de las disquisiciones en torno a la identidad. La regional y la nacional. La exposición Ideal de Aragón: Regeneración e identidad en las artes plásticas (1898- 1939), comisariada por Alberto Castán Chocarro, ilustra el modo en que ese proceso se vivió en Aragón a través de una serie de obras de autores como Francisco Marín Bagüés, Ángel Díaz Domínguez, Rafael Aguado Arnal o Ramón Acín, así como de determinadas imágenes de Aragón tomadas por autores españoles como Darío de Regoyos, Joaquín Sorolla o Ignacio Zuloaga.