A veces la gente dice cosas raras en las librerías. Y es que hay gente rara... Sólo hay que ver (y leer) este libro de Jen Campell, que recoge diálogos más bien surrealistas entre clientes y libreros. El cliente no siempre tiene razón (y en ocasiones no razona), cosa que en este caso es motivo de alegría. Porque el absurdo puede crear situaciones muy graciosas. Y la risa que quiebra la monotonía siempre es bien recibida.