Érase una vez un país imaginario en donde sus políticos se habían hecho fuertes dentro del Congreso, donde habían organizado la administración y los tribunales a su medida para que nada pudiera tocarlos nunca y donde se dedicaban, sobre todo, a sacar adelante sus chanchullos. Una luminosa mañana, un consejero de transportes envuelto en una turbia privatización es asesinado. Pese al desconcierto de la policía, los periódicos lo tienen claro: el consejero es el tercero en la lista del que han bautizado como «asesino de políticos». Y no será el último
En un país donde los ánimos están ya en ebullición y donde los ciudadanos no parecen sufrir demasiado porque liquiden a sus democráticamente electos líderes, el inspector De Soto trata de poner orden en el caso. El ministro de Fomento tiene sus propios temores: ¿tendrá algo que ver el asesino con el extraordinario y definitivo expolio que prepara el Gobierno para sus sufridos ciudadanos? ¿Quién se esconde detrás del asesino de políticos?