"Si nunca es fácil esbozar la biografía de un personaje más o menos popular, resulta mucho más difícil cuando, como en el caso presente, el personaje en cuestión es un ser al que la naturaleza marcó con el sello de la deformidad. Descendiente de una familia aristócrata, afincada en el Midi de Francia, sufría de una enfermedad congénita que desde muy joven puso una terrible debilidad a sus piernas. Muy joven todavía se traslado a Paris, la meta ideal de todo artista en aquella y en todas las épocas. Y fue la vida parisina la que, como en un torbellino, se apoderó del espíritu artístico de Toulouse-Lautrec. No logró sobreponerse a su deformidad, a su enanismo, y esto le condujo a la bebida y al internamiento en un psiquiátrico, donde pintó con verdadero frenesí, dándolo de alta al cabo de tres meses. Si Toulouse-Lautrec hubiese dejado de lado la composición de cuadros y dibujos para dedicarse solamente a la ejecución de “carteles” no habría sido menor su celebridad, porque, Toulouse-Lautrec elevó un arte menor “el cartelismo” a las mayores cimas de la perfección, del colorido y la magia. "