La fascinación secular por las manifestaciones sonoras parece provenir de su singular capacidad para provocar respuestas altamente emocionales en el ser humano. De este modo, su desarrollo omnidireccional e intermitente anima, en un primer momento, una escucha causal e induce una respuesta compulsiva en el receptor. El estudio de los fenómenos acústicos plantea problemáticas específicas que singularizan su potencial comunicativo. Un acercamiento metódico ha de contemplar la particularidad de su materia y la apelación emocional de sus recursos. El alto grado de imprevisibilidad mediatiza las expectativas comunicativas y la posibilidad de conversión sígnica de este tipo de señales.