Solapa: La idea -perturbadora pero plenamente documentada- de esta importante obra es que el sistema educativo nunca ha proporcionado igualdad de oportunidades para el desarrollo humano o para la retribución económica porque refleja la estructura desigual intrínseca de la economía capitalista. Mientras no se abandone esta estructura y se reemplace por un sistema más democrático e igualitario -dicen los autores, dos economistas radicales muy respetados-, las escuelas y universidades continuarán sirviendo como simples herramientas para reforzar un sistema autoritario más que como medios para reformarlo. Una por una, Bowles y Gintis derriban las bases circunstanciales de las suposiciones, incontrovertibles hasta la fecha, que han usado tanto conservadores como reformadores para justificar o disculpar los aspectos desiguales y autoritarios de la vida social norteamericana y muestran que el papel de la educación en el incremento del desarrollo mental no explica porqué la gente con mayor educación recibe mayores ingresos (ni la herencia del cociente intelectual explica por qué los hijos de los ricos se hacen ricos y los hijos de los pobres, pobres); que los grados escolares están estrechamente relacionados con la personalidad de los estudiantes, así como con su habilidad mental (y el sistema escolar recompensa los mismos rasgos de la personalidad que el mercado de trabajo); y, por último, lo más importante: que en la actualidad, como siempre, el éxito en la escuela, como en la sociedad norteamericana, depende de factores como la riqueza y la raza de los padres. Las reformas educativas que aspiran a crear un sistema participativo democrático en las escuelas pueden, según los autores, volverse parte integral de los esfuerzos por inducir el cambio social dondequiera. El libro muestra, además, el camino hacia el tipo de reforma educativa que lograría esta meta.