El sueño que don Bosco tuvo la noche del 10 al 11 de septiembre de 1881, le impresionó profundamente. Quizá comprende él mismo que el sueño manifiesta la identidad del salesiano. Pero, sobre todo, profetiza el futuro de la nueva Congregación. Por ello muestra su gran preocupación ante las graves amenazas que la acechan. La tradición salesiana ha concedido siempre a este sueño una importancia muy grande y a él se han referido con frecuencia las enseñanzas de los Rectores Mayores en sus circulares a los hermanos.