Escritas cuando ya el movimiento romántico había alcanzado su apogeo y Wordsworth reinaba como patriarca de las letras inglesas, estas memorias episódicas aúnan biografía, autobiografía, crítica literaria, topografía, sociología y cotilleo en una prosa brillante y traviesa que constituye uno de los logros mayores de De Quincey, como bien saben los incontables lectores de Confesiones de un inglés comedor de opio y Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Este volumen es también el retrato (y el relato) de una obsesión, la de su autor por William Wordsworth, cuya poesía descubrió en la primera juventud y a la que siempre guardó devoción. De Quincey relata en estas páginas su difícil trato con el poeta, cuyo egotismo y exasperante altivez le produjeron una honda decepción, y en el camino deja una de las biografías más vívidas, feroces y entretenidas del autor de El Preludio. Memoria de los poetas de los Lagos conforma un singular apartado dentro de la prolí?ca producción de Thomas De Quincey (Manchester, 1785-Edimburgo, 1859), que tomada en su conjunto es una de las grandes autobiografías de la tradición inglesa. En este volumen, que hubo de esperar a principios del siglo XX para ver la luz en forma autónoma, se reúnen los ensayos que De Quincey dedicó a comentar la vida y obra de tres ?guras clave del romanticismo inglés: Samuel Taylor Coleridge, William Wordsworth y Robert Southey, de quienes fue admirador, discípulo, amigo y vecino hasta que las circunstancias le obligaron a instalarse en Edimburgo, lejos de Grasmere y la región de los Lagos que había sido su hogar durante cerca de quince años. Estos artículos, publicados en los años que siguieron a la muerte de S. T. Coleridge, en 1834, provocaron un escándalo literario y la cólera de los protagonistas supervivientes por la franqueza de su autor. Un hombre que da semejante ejemplo es a mis ojos una plaga para la sociedad, diría Wordsworth, quien no perdonó jamás a su antiguo discípulo.