En una nueva demostración de sus dotes narrativas, que en esta novela alcanzan nuevas cotas de excelencia, Andrea Camilleri reafirma su categoría de maestro del retrato psicológico y social. Sin renunciar al tono socarrón que lo caracteriza, el gran autor siciliano aborda con rigor la investigación de unos hechos verídicos acaecidos durante las primeras décadas del siglo pasado, exponiendo sin remilgos la capacidad del poder político para envolver la realidad en un manto de mistificación y retórica exaltadora, hasta el punto de llevarla al límite del absurdo. Corre el año 1941 cuando el narrador asiste con sus compañeros de colegio a la conmemoración de la muerte del joven Gigino Gattuso, el «único mártir fascista siciliano», que veinte años atrás había caído durante un enfrentamiento con un grupo de militantes comunistas. Paso a paso y detalle a detalle, como si de una moviola se tratase, el autor repasa la secuencia de los acontecimientos, alternando la malicia burlona con una magnánima compasión por las víctimas de los dos bandos, a su manera siempre inocentes. Tan inocente es el comunista inculpado como el difunto fascista, obviamente ajeno a la póstuma conspiración política que lo despojó de la dignidad de simple muerto «sin título». Y como si el relato de esta farsa no bastara, Camilleri añade, a modo de colofón, la monumental fantochada que supuso el proyecto Mussolinia, la ciudad-jardín ideada por los jerarcas de Caltagirone para dejar testimonio eterno de la gloria del Duce. Enormemente divertido a la par que profundo, nadie como Andrea Camilleri para alumbrar los aspectos más oscuros y trágicos del espíritu humano.