Este libro desarrolla una teoría educativa centrada en la noción de relación. Alexander M. Sidorkin concibe la actividad de estudiar como la producción de cosas inútiles y defiende que los problemas de motivación son más institucionales que individuales o culturales. Considera, además, que las escuelas masificadas contemporáneas son difíciles de gestionar, y que la solución a la crisis de autoridad resultante no se encuentra en la restauración de la misma, sino en una pedagogía de las relaciones. La clave para motivar al estudio está en lo que Sidorkin describe como “economía relacional”, un mecanismo por el cual las relaciones personales entre estudiantes y profesores se integran en la dinámica curricular. Para mantenerse como instituciones sociales viables, las escuelas deben convertirse en organizaciones híbridas que combinen rasgos de un centro escolar y al mismo tiempo de un centro social de barrio, dando así a los profesores la oportunidad de establecer relaciones sólidas entre ellos y los estudiantes y de promover las relaciones de los estudiantes entre sí.