Al revisar los papeles póstumos del gran poeta canario Luis Feria (Santa Cruz de Tenerife, 1927-1998) se halló un folio mecanografiado sobre la poesía con dos textos. El primero de ellos decía: "La poesía es, entre otras inagotables cosas, la búsqueda de la última evidencia. Cuanto permanecía oculto, entrevelado, el poeta lo desvela, intenta aferrarlo, lo delata al fin; lo pone ante los ojos del lector o sobre el ánimo del auditor. Todas las cosas que el hombre había proyectado, para su bien o para su mal: las que lo habían hecho nacer o morir, quizá ya para siempre; las que había escuchado en su larga noche a solas o en su repentina zona solar que algunos elegidos alcanzan en ocasiones, toman carnación y contorno materiales, unos y múltiples como la realidad de cada uno de nosotros lo es siempre". El segundo lleva por título "Teoría del poeta" y comienza así: "En el quehacer poético, el autor está siempre solo, siempre aislado, es el precio tremendo que tiene que pagar por su obra: su soledad. Únicamente le rodean en el tránsito sus vivencias más íntimas, y ese mundo particular, cerrado y único en el que nadie más que el poeta tiene cabida". Sirvan estas reflexiones, junto a la obra escogida del autor que contiene este estuche, como testimonio de vida, cuando se cumplen diez años de su fallecimiento. Esta Obra escogida se compone de cuatro títulos de Luis Feria: Más que el mar, Cuchillo casi flor, Casa común y Arras.