Tras la muerte de su abuela, Concepción debe abandonar la granja donde aprendió a cultivar la tierra, para ir a la ciudad. Allí, con un grupo de niños de la calle, comparte su única pertenencia: un puñado de semillas. Juntos aprenden que unas semillas pueden significar algo más que comida. El retrato de una dura realidad acompañada de esperanza y solidaridad.
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