No sólo son necesarias las manos de un buen cocinero para preparar la más exquisita de las recetas; el lugar en que se sirve y las personas que la acompañan son determinantes a la hora de convertir una comida en un absoluto placer. La atención y el servicio de los camareros condimentan cada uno de los platos, embellecidos por la presencia de quien los comparte con nosotros, atemperados por el diseño y la arquitectura del establecimiento y entregados al contexto en el que se integran y al tipo de cocina que ofrecen. Bares y restaurantes, hoteles y complejos turísticos escogen los lugares más bellos para alimentar y hacer más sabrosa y excepcional su gastronomía, cada vez más diversa e intercultural.