Presentamos aquí un texto de un personaje polifacético, filósofo, crítico, periodista, novelista y dramaturgo, que vivió al margen del mundo académico y, sin embargo, ejerció una enorme influencia en el transcurso del siglo XX. Nacido en Horice (Bohemia) el 22 de noviembre de 1849, hijo de un fabricante de tejidos judío, estudió jurisprudencia en la universidad de Praga, pero no terminó sus estudios sino que decidió dedicarse a la literatura y escribió una primera versión (desaparecida) de la Crítica del lenguaje. En 1889 entabló amistad con quien sería su colaborador Gustav Landauer, (1870-1919), anarquista, escritor, pensador y miembro del gobierno revolucionario que se estableció fugazmente en Múnich en 1919. En 1892 empezó a escribir las Contribuciones a una crítica del lenguaje. Dos años más tarde publicó la novela policíaca Fuerza. A partir de 1896 se concentró en el trabajo en la Crítica del lenguaje. Conoció a Hedwig Straub, con quien trabajó en el Diccionario de filosofía y con ella contrajo matrimonio en 1910. En 1912 publicó la novela La última muerte de Gautama Buda. Murió el 29 de junio de 1923 en Meersburg. Dos años más tarde se publicó su obra póstuma, Tres imágenes del mundo. Mauthner considera que la crítica del lenguaje no es un análisis lingüístico, sino la puesta en duda radical de la capacidad del lenguaje para reflejar la realidad; de la demolición del lenguaje practicada por Mauthner sólo quedan, a la postre, la poesía y el silencio. Todos estos aspectos de la obra de Mauthner influirían luego de manera decisiva en la práctica y el pensamiento del Grupo Vienés, para el que «ocuparse del lenguaje es la forma fundamental de ocuparse del ser humano», lo que marcó durante décadas la literatura austríaca, aunque para sus protagonistas la salida no es el silencio como en el caso de Mauthner (o Wittgenstein), sino el acto. De hí la relación una relación con el anarquismo, su reivindicación del acto anárquico, del acto surrealista, que se plasmó luego en su relación con el accionismo vienés uno de cuyos momentos cumbre se produjo en junio de 1968, en plena efervescencia del mayo francés. El silencio, la poesía y la acción revolucionaria son los tres vectores que emergen de la obra de Fritz Mauthner, un autor empeñado en poner en duda de madera radical uno de los fundamentos aparentemente intangibles de la vida social humana. La línea iniciada por él llega hasta Oswald Wiener, quien, a su manera, también hizo realidad esta tríada.