En el valle de B, todos los niños son felices. Corretean sin cesar por entre las pobladas frondas que rodean el pueblo, se bañan en los remansos del río, acuden a la escuela y, en ocasiones, se llegan hasta el viejo cruceiro de piedra, donde aseguran que los fantasmas se han aposentado. La hambruna que sus padres padecieron ya no es más que algo pasado; y Lucinda, la meiga afogadora, apenas una leyenda casi olvidada con la que les asustan y reprenden. Pero todo cambia, sin embargo, tras la muerte de un chamarilero y el secuestro de la joven Susana, la bella hija del alcalde, a la que unos seres aterradores mantendrán retenida en la mazmorra de una casa lúgubre y solitaria. Allí, junto a sus captores, la muchacha pronto descubrirá que el bienestar que tanto disfrutaban tiene un precio costosísimo, y que aquellos que más ama ocultan, sepultado bajo piedras y vergüenza, el más horrísono de los secretos.