En 1301 el Principe de Gales se halla bajo la siniestra influencia de su favorito Gaveston, quien practica la magia negra. La muerte, en circunstancias misteriosas, de la amante del príncipe hace que Eduardo I recurra a Hugo Corbett para la aclaración de esta muerte y la posible intervención de Francia en este asunto. Como en otras ocasiones, Corbett deberá contar con la intrincada personalidad de su propio señor.