Juan Guinot se pone en el lugar de su protagonista, un despistado ítalo-argentino afincado en Madrid, decidido a salvar a la niña y a descifrar, aunque sea en parte, un misterio que sabe desde el principio que le queda grande. Descubrirá que las apariencias siempre engañan, y más en una ciudad que siempre vivió de las apariencias. Con esta novela negra, delirante y sin embargo (o por ello) lúcida, Guinot esboza un fresco de la España actual, que por momentos parece un boxeador casi noquedado por la crisis, pero cuando lo salva la campana, desde su rincón, todavía fanfarronea.