Esta es la opinión de Marc Monfort sobre el TSA y el trabajo de Gerardo Aguado en general: Un test de lenguaje es sólo una de las piezas que configuran el proceso de evaluación: sus datos deben ser interpretados en función del resto de la información que debemos recabar por otros medios complementarios, dentro de una perspectiva comprensiva del desarrollo general del niño. Nunca viene mal recordar la frase de Siegel: “los tests de lenguaje son válidos en cuanto medios de ayuda para el profesional. Sin embargo, no pueden ser sustituidos del juicio clínico de un profesional bien informado”. Como logopeda, me agrada en los trabajos de Gerardo Aguado su preocupación constante por lo que sigue a la evaluación. El objetivo de una evaluación no puede limitarse a reflejar numéricamente una determinada conducta: debe permitir un nivel de análisis suficiente como para contestar a la serie de preguntas que subyacen debajo de cualquier solicitud de exploración del lenguaje: ¿existe una diferencia significativa respecto a la norma o a lo que cabe esperar del sujeto? ¿En qué dirección debe encaminarse la intervención, si ésta se considera necesaria? En definitiva, es la orientación el objetivo de cualquier evaluación clínica del lenguaje: en ese sentido, el trabajo de Gerardo Aguado me parece muy acertado. Su proposición de 10 pasos, para la programación de las primeras etapas de la construcción morfo-sintáctica, representa, por ejemplo, una de las escasas referencias concretas apoyadas en observaciones contrastadas que los logopedas podemos encontrar sobre el idioma castellano.