Como afirma Michel Foucault, los arqueólogos recomponen los estratos del pasado para entender el presente y, en efecto, desde principios del siglo XIX los estados europeos utilizaron la investigación arqueológica para definir modelos de cohesión social a partir de la interpretación del pasado. En Cataluña, Enric Prat de la Riba construyó su ideario nacionalista empleando las fuentes clásicas para vincular los orígenes del territorio con Grecia, y potenció las intervenciones en Empúries con el objetivo de demostrar factualmente sus tesis. Esta obra analiza el desarrollo de la arqueología en Cataluña desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la Guerra Civil, prestando especial atención al discurso ideológico del catalanismo político, que concibió la arqueología como un instrumento para proyectar una determinada visión de la historia, lo que no impidió que el trabajo científico de la Escuela de Barcelona se convirtiera en un referente en el ámbito europeo.