Mientras la emperatriz María Teresa de Austria intentaba recuperar Silesia de manos de los prusianos, un súbdito suyo nacía en Salzburgo, Mozart, y, más al sur, Canaletto daba las primeras pinceladas a su Capriccio con edifici palladiani. Durante la firma del Tratado de París, que ponía punto y final a la primera gran conflagración global que aquel movimiento de la emperatriz austriaca había desatado, la Guerra de los Siete Años, Rousseau publicaba en Ámsterdam El contrato social o los principios del derecho político y, en los confines orientales de Prusia, Kant apuntaba los derroteros que seguiría toda la filosofía venidera. El XVIII es un siglo de profundos contrastes. Es el momento de la sociedad estamental, del predominio absoluto del poder de las coronas, de la centralización administrativa y de la inmovilidad social. También es el siglo de las Luces, donde el pensamiento crítico y el progreso científico van construyendo un orden racional que persigue la justicia social. En La Europa del Antiguo Régimen David Ogg, prestigioso historiador de la Universidad de Oxford, relata con pluma ágil tanto los conflictos políticos, económicos y diplomáticos que atraviesan el siglo XVIII, como de los grandes hitos culturales y científicos que nos legó la Ilustración.