«A las brujas se les ha atribuido fama de haber cometido las más formidables tropelías que pueda soñar el hombre... Fama que con suma probabilidad nunca merecieron», así se expresaba el historiador Julio Caro Baroja en las páginas de una de sus obras dedicada al fenómeno de las brujas. La bruja, en el imaginario popular, es una mujer malvada, de siniestro aspecto, que adora al diablo y, por tanto, según la mentalidad medieval, debe perecer en la hoguera. Esta interpretación hunde sus raíces en los procesos contra la brujería impulsados por la Inquisición. Pero el verdadero origen de la brujería es anterior. Hasta que las autoridades eclesiásticas satanizaron a algunas mujeres denominándolas «brujas», éstas eran personas que tenían un importante papel en las comunidades rurales donde se practicaba el culto a religiones ancestrales. En Crónicas de brujería -una investigación donde tienen cabida tanto crónicas históricas como leyendas y tradiciones- se muestran las claves para entender estos orígenes y preguntarnos, con inquietud, qué queda de ese pasado. Audio: Crónicas de brujería, en Milenio 3