Esta obra, más que plantearse como un estudio de historia del arte al uso, pretende más bien evocar del modo más fiel posible el ambiente espiritual y el contexto cultural que permitieron la eclosión de esas «ciudades del espíritu» que son las catedrales góticas. La catedral de Chartres, primera catedral de estilo gótico clásico, ejemplo canónico y prototipo de esta clase de iglesias, es el centro de este estudio, que no se limita, sin embargo, a ella, pues la catedral gótica es la brillante culminación de una larga tradición arquitectónica que el autor estudia en sus líneas fundamentales. En este brillante trabajo Burckhardt analiza los aspectos formales de la arquitectura gótica -con especial atención a su «sabiduría geométrica»- mostrando su vinculación indisociable con el simbolismo y la liturgia y poniendo de relieve su importante trasfondo filosófico.