No se puede poner en marcha un proceso de revitalización de un instituto religioso sin poner una particular atención al uso evangélico de los bienes. Es importante tener claros los criterios a la forma de adquirir esos bienes y su administración financiera, el uso al que se destina el patrimonio y el dinero, y los criterios sobre la forma de compartir lo que se posee. Usar los recursos económicos en favor de la misión respetando los valores evangélicos es una preocupación importante que afecta a la identidad de la vida religiosa hoy y a la credibilidad del testimonio que ofrece esta forma de vida.