El maletín rojo es la metáfora de una memoria; memoria a la que acude el autor, como recurso literario, para mostrarnos la importancia de su permanencia como fuente de conocimiento; recurso con el que muchos autores nos han deslumbrado llevándonos a espacios sólo vividos por ellos trasmitiéndonos sus emociones. La protagonista de la obra mantiene un monólogo con el maletín de viaje, único compañero de sus aventuras, en un intento por desasirse de los recuerdos ante esa duda, que a todos nos golpea, de si fue el tiempo pasado el que modeló el tiempo presente o si éste es parte de una identidad. Los viajes, metáfora también, forman parte del devenir de la vida, de la que todos formamos parte, y que va modelando el espíritu del caminante para decirnos con palabras del poeta: Caminante, no hay camino sino estelas en la mar Los personajes, que aparecen a lo largo de la obra, son un muestrario de caracteres que se cruzan en nuestro camino; personajes sencillos la mayoría que vivieron en un tiempo en el que hoy nos puede llenar de asombro, pero es precisamente su sencillez la que nos trasmite ternura.