Arquitecturas fugaces es uno de esos libros de poesía que “suenan intensamente a poesía” por el latido y los armónicos de esa Gran Poesía que hemos disfrutado a través de una extensa y venerable corriente de autor@s —de un haz de corrientes, habría que matizar—, y que ahora reencontramos en el reflujo vigoroso/rumoroso de estas páginas, bellamente, palpitantemente renovada, prolongada y vigentísima. «Fruición de código», lo llamó Barthes; lo que es lo mismo que decir que eso que se ofrece, y suena, y gozosamente reconocemos en Arquitecturas fugaces, en suma, es la marejada áspera y dulce del idioma, y el riesgo y el deslumbramiento y la diferencia última que la poesía es, modulados de nuevo en la voz firme, madura y singularísima de Viviana Paletta.