A la poesía le pido lo mismo que a la vida: que me arañe y, si es posible, que se me clave en la carne, algo que Juan Álvarez ha conseguido con este libro, imprescindible ya para mí. Hay en sus páginas una esperanza y un dolor tan agudos que, leyéndolas, siento que es la vida misma la que lo ha escrito.