Jacinto empezaba a pensar cuán lejos se encontraba el prado cuando, de pronto, dirigió la vista hacia el tejado de su casa. ¿Pero qué era lo que crecía ahí arriba? Se dio cuenta de que era hierba, una hierba muy verde y de lo más tierna, que tenía una pinta estupenda. 'Ya lo tengo', decidió. 'Subiré la vaca al tejado'. Dicho y hecho. Subió la vaca hasta la colina que se elevaba detrás de la casa, agarró una tabla y la reclinó contra el tejado. Entonces, engañando al animal con un buen manojo de esa hierba deliciosa, consiguió que subiera a lo alto del tejado.