El desarrollo de una Política Común de Seguridad y Defensa continúa siendo uno de los mayores desafíos de la Unión Europea, habiéndose abierto nuevamente el debate sobre la conveniencia de una mayor integración en este ámbito a raíz de las declaraciones a favor de un ejército europeo por parte del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker. Con un vecindario europeo marcado por una política exterior rusa desafiante (como se ha evidenciado durante los acontecimientos en Ucrania desde 2014) y por el surgimiento de nuevos movimientos terroristas (entre los que destaca el autodenominado Estado Islámico), que coincide con la atención preferencial que se está prestando, en detrimento de Europa, a los países emergentes, creemos que es el momento de crear una Unión Europea fuerte y cohesionada militarmente. Para ello, el instrumento por el que apostamos es la Cooperación Estructurada Permanente, un instrumento de integración diferenciada previsto por los Tratados Comunitarios para el ámbito de la defensa. Esta opción queda justificada especialmente por las sinergias que se pueden producir a partir del impulso integrador de una parte de los Estados miembros, tal y como se ha demostrado en los casos de integración diferenciada llevados a la práctica que hemos analizado.