En la época de los combustibles fósiles dos cuestiones permiten distinguir el sistema energético presente de otros que han quedado en la historia. La primera es la posibilidad de agotamiento de las fuentes de energía, con el consiguiente efecto dislocador sobre las sociedades actuales. La segunda reside en la toma creciente de conciencia respecto a los efectos negativos de las actividades energéticas sobre el medio ambiente. La relación entre energía y medio ambiente es controvertida, pero no debe plantearse en términos de oposición. La reconciliación entre ambas debe buscarse en un sistema energético sostenible, capaz de satisfacer la necesidad de recursos, manteniéndose respetuoso con las condiciones de vida en el planeta a largo plazo.