Determinadas etiquetas, como la religión y las creencias, son la fuente de incitación al odio, a la discriminación y a la hostilidad contra las personas que las portan. La libertad de expresión a veces canaliza el odio y propaga el terrorismo de la palabra o de las imágenes, por lo que se exige un ejercicio responsable de las libertades. La libertad religiosa es la primera de las libertades, pero la libertad de expresión tiene un enorme potencial político y democrático, a la que se supone capaz de alterar gobiernos y modular sociedades, tal y como se comprueba en la historia y en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que se analiza exhaustivamente en esta obra. La violencia de los creyentes, en cuanto atentado a la vida, a la integridad física y moral, ha generado que a nivel internacional, regional y nacional se estén aplicando medidas de seguridad y se estén diseñando políticas de Estado para evitar la radicalización (prevención), y castigar a los criminales (justicia retributiva). Este trabajo establece la conexión entre los delitos de odio, el terrorismo, y el ciberodio, con un enfoque criminológico que atiende al delincuente y a la víctima. La religión puede ser el problema y la víctima. En esta obra, la autora se dedica a pergeñar un especial análisis sobre las herramientas de la religión para la prevención de los delitos de odio que fomentan la paz, como la educación en la religión, la mediación y el arbitraje.