En la actualidad nuestra cultura se caracteriza por una escisión: por una parte, la realidad es considerada a la luz del conocimiento científico, el cual ha "desembrujado" al mundo, en palabras de Max Weber. Por otra parte, nunca hemos dejado de experimentar de una forma no científica y de manera más o menos reconocida, los encuentros con la naturaleza, con los seres humanos, con el amor, con el nacimiento, con la muerte y otras experiencias importantes.