Relata un golpe hecho bola en la garganta y la caída en lo oscuro. Para poder volver a tomar aire, nos conduce a un mundo en el que, confundidas las experiencias terrenal y onírica, trata de comprender el origen de su quiebra. Se descubre ante todos incluso ante sí misma en un campo de batalla ajeno, en el que la condena a la invisibilidad se acepta inevitable y se abraza en un intento de sacar provecho a sus desventajas. Porque en ocasiones es mejor encontrarse en las afueras de lo conocido y poder mirar sin ser visto.