Una mañana, un ratón con un lobo se encontró, que al momento se lo tragó. El ratón, dentro de la panza de la fiera, pensó que había llegado su fin, cuando de repente oyó a alguien gritar… Un pato ya estaba viviendo dentro del vientre del lobo, y vaya, ¡qué bien se lo había montado!: deliciosa comida, elegantes juegos de mesa, cortesía de la glotonería desenfrenada del lobo, pero, sobre todo, lo mejor era ¡no temer ser comido por el lobo! De hecho, la vida dentro de la panza del lobo era muy placentera y tranquila, hasta que apareció un cazador