Este libro incluye un subtítulo, De la evidencia empírica a la exigencia teórica, que habla por sí mismo de la intención de la autora: la unidad entre la teoría y la práctica. Está dividido en dos partes que forman ese conjunto epistemológico denominado praxis. La primera recorre un camino que va desde la práctica de la ayuda hasta el conocimiento que necesita esta joven disciplina para ser reconocida en la comunidad científica. En la segunda se reflexiona sobre los elementos metodológicos de la intervención social y se trazan algunas líneas del Trabajo Social grupal. El propósito es estimular a los profesionales a que se arriesguen a trabajar en grupo con el poder que portan las personas en condiciones de alienación y dependencia.