En los años fructíferos de la II República, un grupo variopinto de intelectuales jóvenes intentó subvertir, desde Tenerife, toda norma estética, provincianismo pacato o arte decadente que se les pusiera por delante, escogiendo como vehículo para sus pronunciamientos la que sería una significativa revista de la vanguardia europea: Gaceta de Arte, efervescencia donde se gestó la facción de los inconscientes que tomaron al asalto el castillo estrellado: Eduardo Westerdahl, Domingo López Torres, Pedro García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Albelo, Agustín Espinosa y Domingo Pérez Minik.