El escritor, que antaño lo era sobre todo de versos, se ha desdoblado a la hora de crear Los hombres intermitentes en un narrador y un lírico. El primero se ejercita en la concadenación de retazos autobiográficos que aquí y allá componen secuencias de relato breve; el segundo ha puesto las imágenes, así como una especial intensidad en la expresión. La prosa serena, concisa, exacta, pertenece por igual al empeño de ambos. No es el valor testimonial de las escenas, sino su significación simbólica, esto es, el jugo poético que el escritor se afana por extraer de cada una de ellas, lo que en fin de cuentas otorga a este libro su verdadera y esencial personalidad. El paisaje postrero de su libro no está comprendido dentro de los límites de la memoria. Es, más bien, un modo de combinar el humor surrealista con elementos de la vida actual del escritor. Es una gota de crítica social. Es un puñado de invenciones curiosas con las que Irazoki compone un remedo irónico de biografía. (Del Prólogo de Fernando Aramburu) Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC. En 1992, la Universidad del País Vasco publicó, con el título de Cielos segados, una recopilación de la poesía de Irazoki en la que se incluían sus obras Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. Desde 1993 reside en París, donde cursa diversos estudios musicales.