Entre las principales características del mercado de trabajo en Andalucía pueden destacarse, en primer lugar, una desagrarización intensa con paulatina pérdida de empleo industrial, en paralelo a un fuerte aumento del empleo en el sector servicios impulsado por el sector público a partir del desarrollo del estado de bienestar y la creación del gobierno regional. En segundo lugar, un fuerte incremento de la oferta de trabajo en la década de los ochenta, motivado por la evolución demográfica y el creciente acceso de la mujer al mercado de trabajo. En tercer lugar, la elevada asimetría de la creación de empleo con relación a los ciclos económicos: se destruye empleo con facilidad en los períodos recesivos mientras existe una gran dificultad para su creación durante las fases expansivas. La reducción del nivel paro constituye el verdadero reto de la economía andaluza, siendo necesario emplear una gran cantidad de recursos para lograrlo. La dificultad de alcanzar el objetivo, lejos de provocar desánimo, debe suponer un incentivo mayor para acometer las reformas necesarias en los sectores productivos, en las instituciones laborales y en la cualificación de los recursos humanos.