Este libro pretende servir como timón, que no como dogma, para conseguir la tan deseada renovación de las enseñanzas de las artes. Para enseñar arte no hay necesariamente que prepararse concienzudamente las clases, se trata de algo más complejo. El que tiene que preparase día a día es el profesor. Si vas acumulando conocimientos, siempre podrás llenar los vasos que darán de beber/enseñar a tus alumnos.