En un juicio que versaba sobre la caza furtiva de animales, el procesado era un cazador que había sido sorprendido cuando daba cuenta de varios conejos. El interrogatorio del acusado, como es preceptivo, lo inició el fiscal: Dígame, ¿no es verdad que usted cazó los tres conejos muertos? interpeló el responsable de la acusación pública. Bueno, la verdad es que cuando los cacé estaban vivos respondió el procesado.