Una mujer llega a un pequeño hotel de provincias justo el día que está cerrado por fin de temporada. Sin embargo la dueña, apiadada por algo que intuye atormenta a la joven mujer, la deja quedarse. El hotel se convierte en un pequeño santuario; pero ¿de qué escapa la joven mujer?, ¿por qué su cuerpo se tensa cuando escucha el teléfono?, ¿por qué parece habitar en un tiempo detenido del que sus pesadillas no le dejan salir? Para colmo hay algo que no anda bien: no para de llover y el río crece hasta aislar el hotel. Pero justo antes llega un hombre. Llega con veinte años de retraso a una cita. Llega con la fe de que el tiempo puede detenerse. La dueña del hotel sabe hacer bien tres cosas: una de ellas es acompañar a los que van a morir.