Este libro se inscribe dentro de la línea envolvente trazada por un subgénero literario tan antiguo como la propia escritura, tanto en las literaturas orientales como en las occidentales. Es éste el relato corto o cuento, llamado exemplo en nuestra Edad Media por Don Juan Manuel. Se trata de textos breves, animados generalmente por una finalidad didáctica o moralizante, que mezclan lo útil con lo dulce o el azúcar con la medicina recetada para el cuerpo, según nos dicen, respectivamente, el poeta latino Horacio y nuestro Don Juan Manuel, éste último en el prólogo de su libro El Conde Lucanor. La reducida extensión de los textos que integran este subgénero narrativo no impide que, en alguna ocasión, puedan alcanzar éstos categoría de verdaderas joyitas, como es el caso de Mari Belcha, de Pío Baroja, de ¡Adiós, ?Cordera?!, de Leopoldo Alas, o del famoso y bello enxenplo medieval al que pertenece el pasaje que figura como lema de este libro. Por otra parte, su naturaleza fragmentaria constituye también un estímulo o acicate que anima a su lectura, dado que ésta ocupa una sesión muy breve que puede prestarse en cualquier momento y que es perfectamente compatible con los múltiples quehaceres que nos ocupan hoy a todos. Los textos de este libro, que refieren sucesos, unos reales y otros ficticios, están pues sustanciados por esa orientación didáctica que pretende, en último término, hacer a los hombres mejores como personas, tanto en su hacer como en su decir, al par que placer siempre al lector. Este instruir deleitando es, pues, el blanco a que apuntan estas breves narraciones, en las que siempre podrá encontrar el lector algo más provechoso que simplemente pasar el tiempo solazándose.