Aborda la tensión social por la que atravesó la Europa industrializada del tránsito de los siglos XIX y XX, utilizando dos ciudades contrapuestas: Lieja, con una antigua herencia industrial transformada por la industria pesada del siglo XIX; y Sevilla, que careció de base protoindustrial y evolucionó hacia una modalidad en la que primaban los intereses agro-mercantiles sobre los industriales, haciendo nacer una clase obrera y unos grupos de interés totalmente diferentes. El trabajo integra lo que se llama “investigaciones sobre las fronteras”: explora las diferencias culturales entre grupos y regiones y también sus conexiones, es decir, la unidad subyacente en la diversidad europea.