Las relaciones entre literatura y cine son más complejas de lo que algunos cinefilos suelen decir, y algo más sencillas de lo que creen los teóricos. La frase «una cosa es la literatura y otra el cine» se revela hoy insatisfactoria, sobre todo en cuanto tiene de apoyo a la mixtificación, a la simplonería y al ejercicio acrítico de la cinefilia. La complejidad de esas relaciones no viene dada tanto por las diferencias y las semejanzas de lenguaje, cuanto por la diversidad de formas de abordar cinematográficamente lo literario. Empezando porque existe quien escribe sus novelas pensando en el cine y porque ha habido (y, por fortuna, todavía hay) quienes han creado su obra sin tener en cuenta una posibilidad de adaptación al medio cinematográfico. En consecuencia, este libro no expone una teoría de la adaptación, sino que analiza, conjugando amenidad y rigor, casos distintos en cuyo centro se anuda la cuestión de lo literario y de lo cinematográfico. Analizando diversos films, se comenta «la adaptación como pretexto», los casos en los que «todo está en el libro» (claro ejemplo de adaptación innecesaria), clásicos de la literatura vertidos al cine, la teatralidad, la literatura popular, el tema de la infancia perdida, amor y familia en sociedades en conflicto, las «buenas influencias», la novela y el cine de aventuras, el thriller como espejo social y, finalmente, el caso del director de cine empeñado en el arte de novelar. Ello da pretexto a un extenso recorrido por el territorio de novelas y escritores, de films y realizadores, tan destacables como Albert Camus y El extranjero, Paul Bowles y El cielo protector, Alfred Hitchcock, Peter Weil, Federico Fellini, Arthur Machen, William Butler Yeats, Henry James, Patricia Highsmith, William Shakespeare, Edgar Alian Poe, Francis Coppola y El Padrino, Viento en las velas, Caro Michele, El cuarto mandamiento, Beau Geste, y Kipling-Huston y El hombre que pudo reinar, entre muchos otros.