A Dios nadie lo ha visto jamás; sin embargo, su rostro se refleja en el de los hombres y mujeres que se dejan tocar por su gracia y responden con su vida a su llamada. Hasta llegar a la cumbre de su manifestación en su Hijo («quien me ha visto a mí ha visto al Padre», Jn 14,9), muchos creyentes han dejado en la Biblia la huella de sus encuentros con él. Esta obra recoge algunos de los encuentros de personajes singulares, cuyas palabras y obras dejan traslucir el verdadero rostro de Dios, que es multiforme, acorde con las diferentes manifestaciones que, según circunstancias y épocas, los hombres de la Biblia han percibido de él. Aunque de comprensión compleja, la Biblia es y será siempre la mejor referencia donde buscar a Dios; este libro ofrece una lectura didáctica y comprensible de su mensaje.